Pánico y comportamiento humano en situaciones de incendio y emergencia
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Se ha asumido de forma generalizada -y en gran medida errónea- que el pánico de las multitudes durante los incendios y otras situaciones de emergencia saca lo peor de las personas. Por el contrario, loshechos demuestran que las emergencias suelen sacar a relucir "nuestra mejor naturaleza" y, lo que es más importante, que el comportamiento humano durante las emergencias puede predecirse y controlarse mediante la planificación y la comprensión.
En este artículo de investigación, Navid Bayat, del Cuerpo de Bomberos de Teherán, cuestiona la noción de que las situaciones de emergencia y pánico "sacan lo peor de nosotros" con una visión más positiva y constructiva sobre el tema, sugiriendo que el comportamiento humano se rige por el diseño de nuestros espacios públicos, más que por el egoísmo o los "oscuros patrones de comportamiento".
Hoy en día, la mayoría de los edificios están equipados con sistemas de seguridad y protección contra incendios. Sin embargo, siguen produciéndose incendios con víctimas mortales. La parte más destacada del problema emana del hecho de que la mayoría de los sistemas de protección contra incendios de los edificios se instalan con expectativas falsas e incorrectas con respecto a cómo reaccionan realmente las personas en situaciones de emergencia.
Como se menciona en la Conclusión, el pánico que supone un comportamiento irracional para una situación de emergencia es bastante atípico del comportamiento humano en un incendio.
En cambio, la investigación moderna muestra que es probable que las personas apliquen una respuesta y una toma de decisiones racionales, lógicas y altruistas en relación con su comprensión de la situación en el momento de un incendio.
Sin embargo, en retrospectiva, puede que algunas decisiones no parezcan óptimas e influyan negativamente en el resultado de un incendio, aunque en el momento del incendio estas decisiones eran racionales y las mejores si se tienen en cuenta todos los factores (Proulx, 2001).
La noción de que el pánico se produce durante un incendio está muy influenciada y juzgada por el resultado del mismo. Lo que se quiere decir con esto es que, por ejemplo, cuando una respuesta ante una crisis, como volver a entrar en un edificio en llamas y/o derrumbándose, resulta mortal, se califica de "pánico", mientras que, en caso de que la respuesta y reacción similares resulten en vidas salvadas, se califica de "heroica". (Nota del editor: En la parte de conclusiones del artículo se dará más información al respecto).
Enotras palabras, es probable que los ocupantes reaccionen de forma diferente a como se espera que lo hagan en la mayoría de los casos, según los sistemas de seguridad contra incendios que se instalan en los edificios. Esta antítesis de comportamiento se atribuye a la reacción y comportamiento de pánico de la gente, que puede contribuir a que los ocupantes demuestren respuestas disfuncionales e irracionales.
Sin embargo, ¿reaccionan y se comportan realmente las personas de forma irracional, antisocial y presa del pánico en caso de incendio y emergencia, o se ha utilizado erróneamente la palabra pánico en diversos contextos y los ocupantes de los edificios se comportan en realidad de forma racional y socialmente aceptable?
El presente estudio pretende desmitificar la definición de pánico e investigar cuál es el comportamiento real de las personas en caso de emergencia, como un incendio, basándose en algunos resultados de investigaciones anteriores.
A lo largo de los años, el pánico ha sido objeto de debate por parte de varios autores y profesionales. Psicólogos y sociólogos han prestado atención al concepto de pánico en diversas situaciones.
En la década de 1970, sin embargo, algunos investigadores empezaron a estudiar con lupa el comportamiento humano durante las emergencias. En el campo de los incendios, se asumió que el concepto de pánico es un mito vago destinado a culpar del resultado de una tragedia a los ocupantes, cuando en realidad el diseño del edificio o su gestión eran potencialmente culpables (Fahy & Proulx, 2009).
Tanto si se trata de la planificación general de la comunidad en caso de catástrofe como si los planes implican la gestión o el diseño del uso del espacio en emergencias en un edificio de gran altura concreto, el planificador debe proceder con un conocimiento y una comprensión conocimiento y comprensión precisos si se quiere tener éxito.
El comportamiento de pánico no puede entenderse bien a menos que se vea desde diferentes aspectos. Quarantelli (1975) sugiere acertadamente que la planificación puede reducir las víctimas humanas, las pérdidas personales, los daños materiales y los trastornos sociales generales que se producen como consecuencia de catástrofes naturales o accidentes tecnológicos.
La opinión general dominante -y errónea- es que es muy probable que los seres humanos actúen mal ante peligros y emergencias extremas. El comportamiento en las catástrofes se considera, por tanto, como acciones ilógicas, decisiones irracionales, desorganización personal y de grupo que contribuyen en el peor de los casos a la histeria y el pánico generalizados.
Quarantelli (1975) continúa diciendo que el lado más oscuro, impulsivo, irracional y más animal de la criatura humana se exhibirá en situaciones altamente estresantes. En otras palabras, los seres humanos no son juncos que se doblan fácilmente con el viento, sino que son arbolitos aún más frágiles que se romperán y quebrarán bajo la oleada de un acontecimiento muy amenazador.
Sin embargo, más adelante en su libro concluye que, basándose en la evidencia empírica, se indica claramente que la creencia general del comportamiento de pánico de los seres humanos es fundamentalmente incorrecta.
Elcomportamiento y la respuesta humanos en las catástrofes de las sociedades modernas e industriales son bastante buenos y aceptables según casi cualquier criterio razonable que se pueda ver.
Es difícil encontrar pruebas convincentes, aparte de historias anecdóticas, que sugieran que el comportamiento en situaciones de estrés es más ilógico, irracional o disfuncional que el comportamiento cotidiano.
Definiciones sobre el pánico
Para aclarar lo que entendemos por pánico y por comportamiento de pánico de los ocupantes, debemos ofrecer algunas definiciones de pánico. Se pueden encontrar definiciones de pánico en diccionarios y en la literatura de sociología y psicología. Fahy y Proulx proponen algunas definiciones de pánico extraídas de distintas fuentes. Goldenson, por ejemplo, lo define como "reacción que implica terror, confusión y comportamiento irracional acelerado por una situación amenazante".
Johnson sostiene que el pánico es "un comportamiento que engloba una competencia egoísta no controlada por las limitaciones sociales y culturales".
En esta línea, Keating sugiere cuatro elementos del pánico:
1) esperanza de escapar mediante la disminución de los recursos:
2) comportamiento contagioso :
3) preocupación agresiva por la propia seguridad: y
4) respuestas irracionales e ilógicas.
En otra definición, Quarantelli (1990) considera el pánico como una reacción de miedo agudo marcada por el comportamiento de huiday al participante presa del pánico como no racional en su comportamiento de huida.
En otro lugar, Quarantelli (2001) describe el pánico como una conducta de huida disfuncional generada por circunstancias fortuitas, siempre variables, pero que implican un peligro inminente. También define el pánico como una huida colectiva basada en una creencia histérica.
El diccionario de la lengua inglesa Oxford define el pánico como un "sentimiento excesivo de alarma o miedo... que conduce a esfuerzos extravagantes o imprudentes para garantizar la seguridad" (Clarke, 2002).
Clark (2002) presenta algunas otras definiciones clásicas de pánico que se comentan brevemente aquí: Park & Bugress (1924) "el pánico es la multitud en disolución". Lang, K., Lang, G.E (1961) "el pánico es una retirada colectiva de los objetivos del grupo hacia un estado de privatización extrema".
LaPierre (1938) "el comportamiento de pánico es la antítesis del comportamiento regimental, interacción descoordinada con consecuencias impredecibles". Y según el diccionario Medical Online, el pánico es un fuerte sentimiento repentino de miedo que impide el pensamiento o la acción razonables.
Más adelante en el presente documento, examinaremos si las personas, con más frecuencia de la deseada, muestran un comportamiento de pánico basado en las características y definiciones proporcionadas anteriormente en caso de una emergencia como un incendio, pero antes de atender a esto, puede que necesitemos describir cuáles son las causas del pánico, porque el primer paso para prevenir el pánico de la multitud es ser consciente de las causas.
Algunos de los principales desencadenantes pueden ser:
- Incendio - El fuego puede ser fatal y mortal y si las salidas de emergencia y los procedimientos de escape requeridos y necesarios son vagos y/o difíciles de encontrar y seguir, el pánico es inevitable.
- Inestabilidad emocional - Una simple huida que se desarrolla fuera de control podría dar lugar a una sensación de inseguridad en una zona específica del entorno.
- Miedo - El miedo a ponerse en peligro y quedar atrapado puede surgir de emociones asociadas al pánico y puede tener consecuencias mortales y trágicas, como estampidas y atropellos.
- Ira/violencia - La violencia es previsible cuando los sentimientos de ira o rabia se apoderan de una multitud.
- Limitaciones espaciales - Al intentar escapar de una situación de emergencia y peligro, debe haber espacio suficiente para que cada individuo pueda salir del lugar con seguridad, de lo contrario las personas pueden ser pisoteadas o asfixiadas.
- Demografía - Determinados lugares o grupos de personas provocan sucesos de crisis. Por ejemplo, la naturaleza del acontecimiento puede allanar el camino para un comportamiento perturbador y caótico, como manifestaciones que, por la naturaleza del entorno emocional, pueden convertirse en una situación.
Heid (2004) sugiere que varias circunstancias deben interactuar para desencadenar el pánico:
- La víctima percibe una amenaza inmediata de quedar atrapada en un espacio cerrado.
- Las vías de escape y salida parecen cerrarse rápidamente.
- La huida parece ser la única vía y el último recurso para sobrevivir.
- No hay nadie disponible para ayudar.
Almeida, E. et al (2008) señalan que si las personas tienen que salir de un edificio en caso de incendio y no están suficientemente familiarizadas con la estructura del edificio, correrían hacia la salida que utilizaron como entrada, aunque otras salidas sean mucho más fáciles de alcanzar o incluso más seguras.
También es posible que se desorienten en su entorno y, por lo tanto, manifiesten un comportamiento de "manada" o "rebaño". Se entiende por pastoreo una dinámica de grupo humano visible en situación de emergencia. En pocas palabras, cuando las personas sienten pánico, pueden empezar a actuar de forma no lógica y su capacidad para decidir por voluntad propia puede verse minimizada, si no perdida por completo.
Como consecuencia de la falta de independencia, las personas tienden a seguir a otros con la esperanza de que puedan sacarles de la situación de peligro.
Otro fenómeno demostrado a partir de las observaciones es el denominado " arqueamiento", que aparece cuando una "gran multitud con una alta velocidad deseada intenta atravesar una puerta. En lugar de pasar por la puerta en menos tiempo, o de dar a los peatones que vienen de frente la oportunidad de pasar por la puerta, ésta se atasca y la multitud se arquea" (Almeida, et al. 2008).
Las personas siempre intentan encontrar el camino más corto y fácil para llegar a su destino que, la mayoría de las veces en caso de emergencia, es el camino y la puerta por la que han entrado en el lugar. El principio básico es "el principio del menor esfuerzo".
Aunque se ha avanzado mucho en este campo en las últimas décadas, es imperativo saber que la ciencia, basada en el comportamiento humano, no puede compararse completamente con otras disciplinas científicas. La razón puede resumirse principalmente en el hecho de que los resultados y los supuestos no se basan en una validez y uniformidad universales como las matemáticas y la física.
Por ejemplo, no se puede suponer que una investigación realizada en Suecia se aplique en todo el mundo. Lo mismo puede decirse de los estudios que se han realizado sobre un grupo de prueba concreto, como la edad o el sexo. La aplicación adecuada de los resultados a otros grupos parece poco clara e imprecisa. La razón de ello puede deberse a que depende sobre todo de la variedad de los entornos culturales, sociales y geológicos.
En Suecia, por ejemplo, los simulacros de incendio son una ocasión habitual durante los años de escuela primaria, lo que influirá en el comportamiento y las acciones de cada uno durante una situación de emergencia. En cambio, no puede decirse lo mismo con seguridad de los países en desarrollo, donde el acceso a la escuela es limitado o inexistente. Por lo tanto, no cabe esperar que personas con antecedentes y conocimientos tan diversos se comporten de forma similar (Markus Friberg y Michael Hjelm, 2014).
Contrariamente a lo expuesto anteriormente, basándose en una serie de estudios previos relacionados, lo que puede deducirse es que, en la práctica, es posible que las personas no muestren un comportamiento de pánico y disfuncional cuando se ven expuestas a situaciones de emergencia.
Es un error muy extendido creer que las personas atrapadas en un incendio entrarán en pánico y mostrarán un comportamiento enloquecido. Por el contrario, estos comportamientos enloquecidos, como intentar huir en estampida, aplastar y pelearse con otros, son de hecho extremadamente raros.
La transición entre el comportamiento normal racional y el comportamiento de pánico aparentemente irracional está controlada por un único parámetro, el "nerviosismo", que influye en la intensidad de las fluctuaciones, la velocidad deseada y la tendencia al rebaño. Como resultado, da lugar a impactos paradójicos como "congelación por calentamiento", "más rápido es más lento", y el desconocimiento de las salidas disponibles (Helbing, et al, 2008).
El pánico, que supone un comportamiento irracional para una situación de emergencia, es bastante atípico del comportamiento humano en caso de incendio. Es poco probable que las personas apliquen una respuesta y una toma de decisiones racionales, lógicas y altruistas en relación con su comprensión de la situación en el momento de un incendio. Sin embargo, en retrospectiva, puede que algunas decisiones no parezcan óptimas e influyan negativamente en el resultado de un incendio; sin embargo, en el momento del incendio, estas decisiones eran racionales y las mejores si se tienen en cuenta todos los factores (Proulx, 2001).
La noción de que el pánico se produce durante un incendio está muy influenciada y juzgada por el resultado del mismo. Lo que se quiere decir con esto es que, por ejemplo, cuando una respuesta de crisis, como volver a entrar en un edificio en llamas o derrumbado, provoca una muerte, se califica de "pánico", mientras que si la respuesta y reacción similares salvan vidas, se califica de "heroica".
Todo comportamiento humano en caso de incendio puede racionalizarse cuando el suceso se ve desde la perspectiva del sujeto (Fahy y Proulx, 2009). En otro lugar, Tingguang et al. (2011) proponen que el pánico no es algo que se pueda medir, pero sí inferir. La mayoría de los primeros intervinientes infirieron el pánico a partir de los resultados, retrospectivamente, y sin observar ningún pánico real en la escena.
Cabe suponer que el pánico es un concepto similar a la entropía en termodinámica. Invariablemente, no podemos medir directamente la entropía del fuego, sino inferirla a partir de la medición de la temperatura, el flujo, etc. Del mismo modo, no podemos medir directamente el pánico, sino que podemos inferir su nivel a partir de otras magnitudes medibles, como el nivel de las fuerzas internas de aplastamiento, cuántos zapatos se salieron de su posición, cuántas personas murieron por culpa de otros, etc.
Además, en contra de la creencia común, la falta de pánico es lo que contribuye a las consecuencias de los incendios. Neil Townsend, oficial de división del London Fire Rescue Service señala que "cuando la gente muere en un incendio, no es a causa del pánico, es más probable que sea por la falta de pánico". Sin embargo, Markus Friberg y Michael Hjelm (2014) creen que para entender el comportamiento durante situaciones de incendio y emergencia, hay que saber que no todo el mundo se comportará de la misma manera en una situación determinada.
Por lo tanto, es vital conocer primero qué características y factores diferentes existen, como la edad, el sexo, el nivel educativo, la experiencia previa y el impacto cultural. También es necesario saber cómo repercuten realmente esos factores durante una evacuación.
En esta línea, Drager Safety AG & Co. KGaA informa de que existen tres mitos (conceptos erróneos) sobre el comportamiento humano en caso de emergencia, a saber:
1) Los empleados responden a una alarma inmediatamente, lo que describe que en caso de emergencia la gente espera señales adicionales, discute entre sí si podría ser sólo una falsa alarma o una alarma de prueba y, por tanto, pierde segundos que pueden marcar una marcada diferencia entre la vida y la muerte.
2) En cuanto la gente descubre que una alarma es real, entra en pánico, mientras que, en realidad, el pánico no es una respuesta automática ni especialmente típica.
Y por último
3) En la situación real, todo el mundo sólo piensa en salvarse a sí mismo.
Por el contrario, especialmente en situaciones extremas, los seres humanos se manifiestan como seres fundamentalmente sociales.
La pregunta que cabe plantearse ahora es que, si la gente no entra en pánico en los incendios, ¿qué hace en realidad?
El comportamiento de los ocupantes, como propone Proulx (2001), difiere en función de tres elementos principales:
a) las características de los ocupantes que incluyen el perfil de los ocupantes como la edad, la movilidad, los conocimientos, la experiencia, el estado de la persona en el momento del suceso, la personalidad y los estilos de toma de decisiones y, por último, el papel de los ocupantes en el edificio pueden explicar las diferentes respuestas.
b) las características del edificio que abarcan los tipos de ocupación, la arquitectura del edificio, las actividades que se desarrollan en el edificio en el momento del incendio y, por último, las características de seguridad contra incendios del edificio, y
c) las características del incendio, que están estrechamente relacionadas con la percepción e interpretación de la situación por parte de las personas.
Por ejemplo, percibir un olor a humo iniciará una respuesta diferente que ver directamente el fuego. El concepto de compromiso que se describe como que las personas se comprometen a seguir con su actividad aunque se den cuenta de que hay un conato de incendio puede ser otra causa.
En otras palabras, las personas tienen un plan de decisión para llevar a cabo una actividad específica y son reacias a cambiar su atención a algo no relacionado.
La siguiente tabla de Proulx (2001) representa los factores que influyen en el comportamiento humano en caso de incendio:
Además, la toma de decisiones durante un incidente de incendio difiere de la toma de decisiones cotidiana. En situaciones de emergencia y estrés, la persona suele percibir que las decisiones deben tomarse rápidamente mientras que la información disponible, en base a la cual necesita tomar las decisiones, puede ser muy limitada o abrumadora. Por lo tanto, un comportamiento como la huida, que puede parecer desorganizado al observador, puede ser en realidad la respuesta más racional, lógica y correcta al estímulo amenazador percibido por el ocupante que evacua.
Cinco patrones de comportamiento humano:
Según la noción de Quarantelli (1980), en lo que se refiere al comportamiento humano y al proceso de evacuación en incendios y emergencias, existen cinco patrones de comportamiento mostrados por las personas.
Son los siguientes: advertencia , movimiento de retirada, refugio y regreso.
- La alerta se refiere al comportamiento de los individuos que se alertan de posibles amenazas o se enteran de las ramificaciones reales.
- Los patrones de retirada movimiento se refieren a la parte del proceso de evacuación relacionada con el comportamiento físico real de huida.
- Los patrones de refugio se conocen como los comportamientos en el lugar de refugio.
- Por último, los regreso implican el comportamiento del evacuado cuando abandona el lugar de refugio y regresa, en casi todos los casos, a la zona de partida original.
Sistemas de seguridad y protección contra incendios en edificios
Al principio del presente estudio, se afirmó que la mayoría de las muertes por incendio en edificios se deben al hecho de que los sistemas de seguridad y protección contra incendios en la mayoría de los edificios se establecen sobre la base de falsas expectativas del comportamiento real de los ocupantes del edificio y su respuesta ante una emergencia como una situación de incendio.
Los códigos de edificación e incendios son tradicionalmente prescriptivos, es decir, especifican de forma inflexible los requisitos mínimos precisos para los edificios.
Los enfoques prescriptivos se basan en la aplicación de un conjunto predeterminado de normas y reglamentos que, si se cumplen, limitan el riesgo del diseño a un nivel aceptable. Las mejoras de los códigos descriptivos se producen de forma incremental, normalmente a raíz de los incidentes y casos prácticos del pasado. La importancia primordial de todos los códigos prescriptivos de seguridad contra incendios es que están diseñados para proteger contra la repetición de sucesos históricos. Al ser reactivos, los códigos prescriptivos reflejan implícitamente las teorías ingenuas históricamente prevalecientes sobre los comportamientos humanos en caso de emergencia. Por ejemplo, la creencia de que la gente entra en pánico o se comporta de forma irracional e ilógica era una teoría predominante pero inválida.
A diferencia de los códigos prescriptivos, los códigos basados en el rendimiento están diseñados para facilitar soluciones de ingeniería a los problemas de diseño. La metodología basada en el rendimiento requiere la cuantificación tanto del tiempo de salida seguro disponible (ASET, por sus siglas en inglés) como del tiempo de salida seguro requerido (RSET, por sus siglas en inglés) para determinar el grado de seguridad de vida proporcionado.
Al igual que ocurre con los códigos prescriptivos, los enfoques basados en el rendimiento también plantean problemas. Se basan en suposiciones sobre las características de los ocupantes, lo que hace que estos enfoques sean propensos a la invalidez y a la ingenuidad de las teorías que subyacen a las disposiciones prescriptivas. En la ingeniería de protección contra incendios, la opinión predominante es que los ocupantes de los edificios deben evacuarlos cuando oyen las señales de alarma.
El enfoque de diseño que se basa exclusivamente en suposiciones sobre las características humanas también está sujeto a fallos con respecto a la incorporación del comportamiento humano en los diseños de edificios, independientemente de si el enfoque es prescriptivo o basado en el rendimiento.
Lo que hay que señalar aquí es que las soluciones de diseño basadas en el rendimiento son probablemente el mejor medio para incorporar plenamente el comportamiento humano en los diseños que se rigen por códigos. No obstante, los enfoques de los códigos basados en el rendimiento deben establecer "objetivos de rendimiento" para las personas que permitan las capacidades de adaptación humanas. Con la ayuda del diseño de edificios que apoyen los objetivos de rendimiento para las personas, también permitiremos predicciones más precisas y fiables del comportamiento humano y los tiempos de reacción.
Retraso en la respuesta real de las personas ante una emergencia
Llegados a este punto, debemos hablar de las causas y los factores que influyen en el retraso y la respuesta retardada que suelen mostrar las personas ante una situación de incendio en lo que respecta a la evacuación del edificio. Varios estudios de casos y experiencias pasadas han revelado que los ocupantes de un edificio, cuando se ven expuestos a una alarma y avisos de emergencia, la mayoría de las veces no parecen prestarles atención y no responden a la posible amenaza con la rapidez y celeridad que se espera de ellos. Teniendo esto en cuenta, para encontrar respuesta a por qué la gente se comporta así, deberíamos considerar la cuestión desde distintos ángulos. Para ello, el primer aspecto, y el más importante, es estudiar cómo toman sus decisiones los ocupantes de un edificio para poder poner en práctica lo que han decidido en respuesta a las amenazas de advertencia a las que se enfrentan. Kuligowski (2009) afirma que cualquier acción realizada en una situación es el resultado de un proceso de comportamiento o de toma de decisiones, más que el resultado de una casualidad o incluso de acciones derivadas directamente de un cambio en el entorno (es decir, una relación estímulo-respuesta). Basándose en investigaciones sobre la evacuación de edificios en caso de incendio, afirma que, antes de realizar cualquier acción, las personas perciben determinadas señales, interpretan la situación y los riesgos y, a continuación, basándose en esas señales, toman una decisión sobre qué hacer en función de sus interpretaciones.
Por lo tanto, todas y cada una de las acciones que realizan los ocupantes de un edificio están influidas por este proceso de toma de decisiones. En el incendio de un edificio, las fases y los factores que influyen en cada acción se atribuyen a los ocupantes del edificio, al propio edificio y al suceso del incendio. En la fase de percepción, los ocupantes del edificio pueden percibir señales físicas y sociales externas y estímulos de su entorno. Ejemplos de señales físicas pueden ser las llamas, el humo, el calor, y entre las señales sociales se encuentran escuchar discusiones, observar la reacción de los demás, etc. En la fase de interpretación, los ocupantes intentan interpretar la información y los estímulos proporcionados y percibidos durante la fase de percepción. Durante la fase de interpretación, los ocupantes interpretan o definen tanto la situación como el riesgo y la amenaza para ellos mismos y/o para los demás. En la fase de toma de decisiones, los ocupantes deciden qué hacer a continuación basándose en sus interpretaciones de las situaciones de emergencia. Y finalmente, en la última fase del proceso conductual, los ocupantes pueden llevar a cabo la acción que decidieron en la fase de toma de decisiones.
Según Gwynne, et al, una teoría que se basa en métodos de las ciencias sociales es la Teoría de la Norma Emergente (ENT, por sus siglas en inglés), es decir, los individuos tienen que hacer un esfuerzo de colaboración para encontrar un significado a situaciones nuevas o desconocidas, a menudo bajo presión de tiempo. En otras palabras, en una emergencia como el incendio de un edificio, los individuos interactúan colectivamente para crear un conjunto de normas emergentes específicas de la situación que guíen su futuro conjunto de normas. Aquí es donde aparece otro término, "Milling", que se refiere a un proceso de comunicación por el que los individuos se reúnen para definir la situación, adoptar nuevas normas de comportamiento apropiadas y buscar acciones concertadas con el fin de encontrar una solución al problema común del que disponen. En otra teoría, se introduce el Modelo de Decisión sobre Acciones de Protección (PADM), que proporciona un proceso que describe el flujo de información y la toma de decisiones que repercuten en las acciones de protección adoptadas en respuesta a catástrofes naturales y no naturales. El PADM postula que las señales del entorno físico y social, como la visión de humo y los mensajes y avisos de emergencia, si se toman y perciben como una amenaza, pueden interrumpir las actividades normales del receptor. En consecuencia, el individuo debe primero recibir la(s) señal(es), prestar atención a la(s) señal(es) y después comprenderla(s). Estos tres pasos se conocen como "procesos previos a la decisión".
Una de las razones por las que los ocupantes de un edificio realizan su respuesta real con un retraso peligroso y/o posiblemente mortal puede emanar del hecho de que, en general, desde el punto de vista de las personas, se prefiere la no evacuación a la evacuación (Quarantelli, 1990). Incluso cuando un mensaje de advertencia se percibe claramente como una amenaza válida y socialmente aceptada, puede seguir habiendo reticencia a evacuar el edificio. Esto no se debe a que la gente se paralice ante la visión de una emergencia. Por el contrario, los ocupantes sometidos a estrés suelen esforzarse por considerar cuál sería la opción de comportamiento social menos atípica en la situación. En consecuencia, en ocasiones, se toma la decisión general y colectiva de que la respuesta y el comportamiento deberían ser algo más que una evacuación del lugar. Dicho de otro modo, incluso cuando las personas se sienten en peligro y amenazadas, se esfuerzan en la medida de lo posible por mantener sus formas tradicionales y rutinarias de comportarse y no llamar la atención de forma atípica e inusual. Quarantelli (1990) sigue sugiriendo que, en algunas ocasiones, la reticencia a abandonar el edificio puede deberse a que el mensaje de advertencia y amenaza carece del segundo componente convincente y apremiante para que sea eficaz y la gente se lo tome tan en serio como debería. "Para evocar una respuesta adecuada, una advertencia no sólo debe significar que hay peligro, sino también lo que debe hacerse en la situación" (P. 7). La no evacuación puede ser simplemente consecuencia de que la advertencia no haya transmitido el mensaje explícito de cómo se puede prevenir, evitar o minimizar la emergencia y la amenaza.
Conclusión
Según lo expuesto anteriormente, el pánico puede considerarse un suceso muy poco frecuente y no una respuesta típica ante la percepción de un peligro. De hecho, sería muy difícil evocar una huida de pánico. El comportamiento de pánico requiere ciertas condiciones específicas, como la percepción de que es posible escapar y salir de una situación muy mortal e inmediatamente amenazadora. Por lo tanto, los mensajes de advertencia que los ocupantes de un edificio perciben como válidos y confirmados socialmente no dan lugar al olvido, la desatención y el abandono de las funciones y responsabilidades rutinarias y tradicionales (Quarantelli, 1990). El comportamiento durante la evacuación de un edificio en caso de incendio está influido por el proceso de comportamiento, que tiene diferentes componentes y fases que comienzan con señales y estímulos físicos y sociales sobre los que las personas pueden actuar y que también requieren percepción, interpretación, toma de decisiones y, finalmente, emprender acciones.
No hay muchas pruebas concretas sobre el pánico de las masas en situaciones de emergencia ni sobre ningún comportamiento egoísta. En cambio, los riesgos asociados a las multitudes suelen ser consecuencia de las limitaciones físicas y la falta de información , más que de su egoísmo inherente.
Basándonos en los diversos aspectos del debate expuesto, debemos aprender a concebir objetivos de actuación humana que sean compatibles con las metas que normalmente intentan perseguir las personas en caso de incendio de un edificio. También debemos aprender a integrar los objetivos de rendimiento humano en una representación holística de cómo los sistemas de prevención y protección contra incendios de los edificios, incluyendo la distribución de los edificios, los sistemas de protección contra incendios tanto activos como pasivos, las características de los ocupantes y los procedimientos diseñados, trabajan mano a mano para alcanzar los objetivos de diseño de alto nivel.
Por lo tanto, nosotros, que tenemos la responsabilidad de la seguridad de nuestras comunidades, debemos proporcionar información veraz y precisa que la gente necesita para tomar decisiones que salvan vidas.
Además, las clasificaciones de ocupación utilizadas en las normativas de seguridad contra incendios deben basarse en las características apropiadas de los ocupantes y no, por ejemplo, únicamente en la carga de fuego / gravedad del incendio. Por lo tanto, es más eficaz y práctico aprender lo que la gente tiende a hacer de forma real y natural en caso de emergencia y planificar en función de ello, en lugar de diseñar un plan y esperar que la gente se ajuste a él.
(Este artículo ha sido editado y formateado para Internet por Bjorn Ulfsson)
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Créditos de las fotografías: Todas las ilustraciones (excepto el gráfico Tabla 1) son genéricas y facilitadas por Pixabay.com y Pexel.com.